Una fuerte inconformidad recorre las naves de Volkswagen de México donde se percibe enojo, descontento y desconfianza de varios trabajadores hacia su actual líder sindical.

Hugo Tlalpan no ha podido hacer frente para desplegar acciones e informes puntuales sobre avances reales de la auditoría que se le practica a la anterior administración sindical.

Y no lo ha podido hacer, porque el tema de la auditoría es complejo y casi improbable para llevar a la cárcel a alguno de los implicados en el hoyo financiero provocado contra el Sitiavw.

Cabe mencionar, que incluso esta propuesta de auditoría la tomó de otra planilla (Reconciliación Obrera Independiente) que fue quien la propuso y abanderó su campaña con la iniciativa de auditar al entonces sindicato.

Se nota que Tlalpan y sus entonces compañeros no nivelaron lo que representaba materializar esa “promesa de campaña”.

A dos meses que el nuevo comité del Sitiavw inició su gestión, algunos trabajadores de mayor antigüedad en la armadora, comparan la figura de Tlalpan Luna con la imagen de quien fuera su líder sindical en la década de los 90: Gaspar Bueno Aguirre.

No sólo tienen un parecido físico, sino que los trabajadores empiezan a denunciar el terrorismo laboral y la simulación que se ejecuta desde un sindicato que hoy empieza a mostrar el rostro opresor.

Para empezar, la base trabajadora está alerta pues siguen sin funcionar su tienda sindical y aún no fluyen préstamos sindicales.

Pero lo que más les indigna es saber que su ex líder Juan Hernández ya no forma parte de la empresa, mantiene una aparente impunidad negociada que difícilmente lo llevará a enfrentar un proceso legal.

La vox populi de los trabajadores de Volkswagen sabe que les darán largas, pero no verán a nadie tras las rejas. Es decir, esto es y será una gran cortina de humo que tarde o temprano terminará dándole un balazo en el pie a Tlalpan.

Los trabajadores señalan que hubo hostigamiento y presión en contra de sus compañeros que lideraron planillas en la pasada elección. Algunos negociaron con su actual sindicato, pero otros fueron despedidos. 

Algunos trabajadores indicaron que fueron grabados durante las pasadas asambleas divisionales con la finalidad de provocar intimidación.

Y es que al nuevo “Gaspar” como le empiezan a llamar a Hugo Tlalpan, le cuestionan su soberbia y falta de amabilidad con la base que votó por él.

Es despectivo con los trabajadores, despliega soberbia y falta de empatía.

Las mujeres trabajadoras de Volkswagen también se han lanzado a señalar a su líder con los tintes de una misoginia que desde campaña mostró.

La pasada conmemoración del 8 de marzo pasó sin pena ni gloria para las mujeres sindicalizadas de Volkswagen quienes siguen atrapadas en un bache de machismo sindical que incluso se minimizó durante su reciente asamblea para elegir a la delegada de género.

Con Juan Hernández el Sitiavw vivió exacerbados momentos de corrupción propios del charrismo sindical.

Con Tlalpan regresó el terrorismo laboral y hostigamiento como formas de control sindical. Reprueba las críticas a las primeras acciones que ha realizado en su gestión.

Este nuevo estilo donde la ley mordaza empieza a ser un distintivo, replica el control de cúpulas donde se vuelve a aplicar el viejo círculo vicioso de dirigentes que como Tlalpan olvidan fácilmente que están ahí, por el voto de sus agremiados.

Y a pesar de insistir en no tener nexos morenistas, hoy el Sitiavw enfrenta el riesgo de una politización que no será sencilla de ocultar, sobre todo cuando los trabajadores ya detectaron que a su líder le gusta aplaudir y mucho, sobre todo a personajes como Alejandro Armenta y Julio Huerta.  

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